OFFSIDE: SPORTS ROMANCE GAY

Quédate conmigo

Esta historia extra de Offside tiene tortitas y café para desayunar en la cama, conversaciones sobre dominar el mundo, amor y spicy sin filtros.

Tania Albeira Rodriguez

4/17/20256 min leer

Esta historia extra está situada cuando Luke y Marcus acababan de empezar a vivir juntos en el apartamento del futbolista, quien por entonces jugaba en el Redfox. Luke trabajaba para el temible Osborn, cubriendo partidos de la Championship (la segunda división del fútbol inglés)

Luke no había dormido apenas. El director del Sunrise Press le había encargado un reportaje tedioso con datos y estadísticas del Redfox para confirmar lo escasas que eran sus opciones de ascender a la Premier. Su despertador sonó a las siete y Luke gruñó.

—Hmm… Es muy pronto —protestó Marcus.

—Lo sé. Es una mierda. Me he dormido súper tarde, y ahora tengo que ir a la redacción para una charla sobre cómo gestionar el tiempo.

—Tú no necesitas eso. Eres como un puto reloj andante y sexy.

—Y tú eres idiota.

—He dicho que eres sexy —se defendió Marcus.

—Después de llamarme reloj.

—Sí. Necesitas dormir más.

—Pero no puedo. Así que, no seas capullo. ¿Quieres que te traiga el desayuno a la cama? —sugirió Luke mientras se vestía con unos tejanos negros y una sudadera roja con un cavallino rampante.

—No. Quiero que vengas a la cama a desayunar conmigo. —Marcus puso morritos y Luke negó con la cabeza.

—Que estés lesionado, no te da derecho a salirte con la tuya.

—No estoy lesionado —aclaró Marcus, levantándose de la cama para demostrarlo. Estaba completamente desnudo, y tenía una marca de la almohada en la cara que le volvía más adorable. Luke no pudo contener su sonrisa y tampoco pudo evitar que sus ojos recorrieran todo su cuerpo con deseo—. Descansa un poco más, anda. Yo prepararé el desayuno. No digas que no tienes tiempo. Túmbate y duerme. Ahora te traigo un café con tortitas.

—Tienes un golpe en la pierna —le recordó Luke—. Si McCoy te ha pedido que te quedes en casa, es por algo.

—Porque se preocupa demasiado. Estoy bien. Podía haber ido a entrenar.

—No vas a ir a entrenar ni a preparar el maldito desayuno —afirmó Luke, empujándole con suavidad hasta dejarle tumbado en la cama. Marcus sonrió.

—Hmm… ¿Podemos dejar el sexo para después? Me muero de hambre.

Luke se marchó a la cocina riéndose y prometiéndole que desayunaría con él. A Marcus se le iluminaron los ojos. Esa promesa le sonaba mejor que Clive diciendo su nombre en la lista de convocados para representar a Inglaterra en el mundial del próximo año. Luke apenas tardó en regresar con una bandeja en la que había dos tazas. Una verdinegra y la otra de color rojo, ambas llenas de café. Al lado había un bol con varias rodajas de fruta, y un plato repleto de tortitas bañadas en sirope de arce y nata.

—Gracias —dijo Marcus, dándole un beso en la frente—. Es una pena que después tengas que irte a ese rollo periodístico de cómo dominar el mundo.

Luke soltó una carcajada. Llevaba unos pocos meses escribiendo en el Sunrise, pero tenía claro que, si Osborn pudiera entrenar a toda la redacción para dominar el mundo, lo haría sin dudarlo.

—Bueno…

—Espera. ¿Has llamado a Osborn? —preguntó Marcus ilusionado.

—Puede.

—Puede que después de desayunar te bese y te lama entero hasta que te corras en mi boca.

Luke besó sus labios y después el cuello, notando cómo sus latidos se aceleraban.

—Puede que yo haga lo mismo contigo.

Cuando se terminaron el desayuno, Marcus seguía desnudo y sin ninguna intención de vestirse. Se besaron sin descanso, devorándose el uno al otro. La ropa de Luke acabó desparramada por el suelo y las tazas de café se quedaron olvidadas en la mesilla. Se estaban masturbando mutuamente cuando el móvil de Marcus empezó a vibrar y a sonar con insistencia.

—Mierda. Es Leane.

—Contéstale. Tenemos todo el día —afirmó Luke, con la boca pegada a su cuello, besándolo como un vampiro sediento. Marcus sonrió y rechazó la llamada—. ¿Acabas de colgar al capitán del Redfox solo para que nos besemos?

—Ajá. Mandaría también a la mierda al presidente, a la junta directiva, al cuerpo técnico y a todo el jodido mundo solo por eso.

Luke sabía que lo decía en serio, pero Leane siguió insistiendo.

—Vale. Me encanta que seas capaz de cabrear a tanta gente solo por mí, pero no hace falta. No pienso moverme de tu lado en todo el día. Así que, contéstale, anda.

Marcus sonrió y respondió al portero y capitán del equipo. Le prometió que estaba bien y que solo tenía un golpe del anterior entrenamiento. Leane era un tipo bastante agradable y siempre se preocupaba por sus compañeros. Con Marcus lo demostró desde el principio en la gira de pretemporada en la que el nueve acabó perdiendo el conocimiento.

—Sí, Leane, es una tontería, pero ya sabes cómo es McCoy —dijo Marcus.

—Precavido hasta la médula —comentó el portero entre risas—. Oye, te quiero hablar de una cosa. Hay una peña de aficionados del Redfox que ha creado un grupo para concienciar sobre la igualdad de oportunidades y de derechos de las personas queer. Me han invitado a una charla en su podcast esta semana. ¿Te apetece acompañarme? Lo digo porque en solo unos meses te has convertido en la estrella del equipo. También se lo he propuesto a Fabio, pero me ha mandado a la porra.

—¿Fabio luchando por derechos para otros? ¿En qué mundo vives, Leane? —se burló Marcus, haciéndole reír. El capitán no tenía ni idea de los motivos que tenía Fabio para actuar así. Marcus sí, pero no estaba dispuesto a perder esa oportunidad. Darles visibilidad en el deporte era algo muy importante, y quizás podía allanar el camino para los futbolistas que quisieran salir del armario—. Cuenta conmigo.

Luke no estaba escuchando la conversación, pero le alegró el corazón ver a Marcus tan feliz. El delantero seguía al teléfono y el periodista decidió pasar a la acción, llenando su tripa de besos y caricias. Marcus le miró sorprendido y Luke le regaló una sonrisa inocente que le hizo suspirar. Eso para Luke fue una señal más clara que un linier hondeando el banderín por un fuera de juego. Se colocó a horcajadas sobre él y Marcus abrió la boca. Luke le lamió un pezón, notando lo duro que estaba y cómo se contenía para no gemir.

—Serás cabrón —dijo Marcus, silenciando el micrófono durante unos segundos, después de haber dejado a Leane en espera con una excusa absurda. El portero del Redfox estaba emocionado por compartir con él todos los detalles del podcast que iban a grabar juntos.

—Primero le cuelgas y ahora le pones en silencio. Eres lo peor —bromeó Luke, con los labios pegados a la tripa de Marcus. Se detuvo en el tatuaje y lo lamió con sensualidad, repasando las letras, como hacía siempre.

—Deberías hacerte uno igual.

—Yo no soy un chico malo —soltó Luke con voz sexy. La erección de Marcus dio una sacudida. Luke lamió la punta, con sus ojos fijos en él—. Tú tampoco lo eres, pero si quieres puedo parar.

—Sigue —respondió Marcus al instante con los ojos nublados de deseo. Luke deslizó su lengua hasta la polla de Marcus. Se frenó antes de metérsela en la boca. Quería alargar aquello al máximo y, Marcus estaba más que dispuesto. No hacía más que observarle con fascinación—. O-oye, Leane. ¿Puedes mandarme todo esto por mail o mensaje?

Leane le dijo que sí. A Marcus la iniciativa le interesaba, pero en esos momentos era incapaz de pensar con claridad. Solo podía centrarse en Luke contoneándose encima suyo y acariciándole y besándole por todos lados. A pesar de que el portero aceptó a enviarle la información por correo, la llamada no terminó. Leane compartió con Marcus la última broma de Harris a Hasbun, pero el delantero no se enteró de nada. Bastante le estaba costando no ponerse a gemir descontroladamente. Luke estaba de rodillas, acariciándole las pelotas con una mano, siendo tan delicado y salvaje como siempre. La otra mano la estaba usando bastante bien, introduciendo un dedo tras otro dentro de su propio agujero. Aquello estaba siendo una tortura deliciosa para ambos. Marcus sintió que iba a correrse cuando Luke se introdujo todo su miembro en la boca, después de saborear con placer las gotas de la punta.

Marcus pensó a toda velocidad en una excusa para despedirse de Leane. El portero ese día estaba especialmente hablador, pero a Marcus hacía rato que no le llegaba la sangre al cerebro. Después de decirle al capitán que necesitaba dormir con urgencia, mandó el teléfono a la porra y miró a Luke.

—¿Me he pasado? —preguntó él un poco avergonzado por su arrebato de pasión.

—No. Llevas quince minutos demostrando que eres un chico multitarea. Deberías decírselo a Osborn para que no te mande a más charlas de esas —afirmó Marcus, atrayéndole hacia él para besarle.

—Osborn me pediría pruebas.

—Oh, las tienes. Me has hecho una mamada mientras te tocabas y me acariciabas las pelotas. Y todo eso en silencio.

—Ya, pensaba que no aguantaría —admitió Luke, mordiéndose el labio inferior. Marcus le estrechó entre sus brazos y le cubrió de besos, antes de que hicieran el amor, sin soltarse y llegando al éxtasis sin contener sus gritos.